Mientras el
acoso sexual conducido por Harvey Weinstein, Kevin Spacey, Oliver Stone y otros
personajes de Hollywood ha dominado los medios de comunicaciones, muy poca atención
ha sido enfocada en el acoso sexual que existe en la industria de restaurantes.
La revista “The Economist” reporta que, aunque solo 7% de las mujeres que
trabajan en América trabajan en restaurantes, una tercera parte de las personas
que inician demandas por acoso sexual en la Comisión Para la igualdad de
Oportunidad en el Empleo son empleadas de restaurantes.
Hay varias
razones por la cual la industria de restaurantes tiene una porción tan grande
de los casos de acoso sexual. Por ejemplo, meseras que dependen del dinero que
ganan en propinas pueden recibir una tarifa tan baja como $2.13 por hora como
su salario mínimo especial, en algunos estados. Esta situación crea un obstáculo
económico que incita a meseras a no quejarse de acoso de parte de clientes y
supervisores. Como fue notado en The Glass Floor, un reporte impresionante
sobre el acoso sexual en la industria de restaurantes, “hay muchas veces que
trabajadoras tienen que tolerar comportamiento inapropiado de los clientes,
compañeros de trabajo y gerentes empleadas de restaurantes porque viven de sus
propinas y son forzadas a depender del cliente para su ingreso, en ves de su
empleador.”
Más de 25
trabajadoras en el restaurante de New Orleans Best Restaurant Group, propiedad
de el famoso chef John Besh, reclamaron que fueron victimas de acoso sexual de
parte de sus compañeros y gerentes masculinos. Las meseras alegan que fueron
tocas inapropiadamente, acosadas verbalmente, y sujetas a proposiciones de
sexo. Un artículo en el periódico Times-Picayune describió un restaurant donde varios
empleados y sus jefes tocaban a empleadas sin su consentimiento, hacían comentarios
sugestivos sobre su físico – y en algunos casos – trataban de usar su posición
de autoridad para obtener sexo. Varias mujeres dijeron que sus compañeras de
trabajo, incluyendo a su manager, le advirtieron sobre los supervisores
masculinos que solían tocar a las empleadas – algunas veces durante su primer día
de trabajo. Según el Times- Picayune, las mujeres que se quejaron del acoso
sexual fueron reprendidas, condenadas, o ignoradas.
De la misma
manera, el famoso chef Todd English y otros miembros de su Plaza Hotel Food
Hall han sido acusados de haber acosado a mujeres en los que la corte describe
como una “cultura de violación.” Una de las demandas de acoso sexual en contra
de Todd English reclama que él le dijo a una empleada “sexy” y le dijo que
estaba sorprendido de que ella era soltera, y después intento besarla en la
boca.
En diciembre
de 2017, un artículo del blog Eater reportó que el chef Mario Batali fue
acusado de inapropiadamente tocar a cuatro mujeres, y de ser parte una cultura
de acoso sexual en los últimos 20 años.
Una mujer le acusó a Batali de haberla agarrado por de atrás en múltiples
ocasiones y de haberla forzado a pasar por encima de él, al bloquearle la
salida. Dos otras mujeres acusan a Batali de haberles tocado los senos durante
una fiesta.
El costo de
litigar y llegar a un acuerdo en casos de acoso sexual puede ser costoso para
restaurantes porque victimas de acoso sexual pueden tener el derecho a pago
retrasados, daños por angustia mental, y daños punitivos. El restaurante Texas
Roadhouse tuvo que pagar $1.4 millones para resolver un caso de represalia y
acoso sexual que alegó que el manager del restaurante físicamente y verbalmente
acosó a empleadas de hasta 17 años de edad, al presionarlas para obtener
favores sexuales, al hacer comentarios humillantes, y al tomar represalia en
contra de empleadas que se quejaron del abuso. Similarmente, Cheddar’s Casual Café
pagó $450,000 para resolver un caso que alego que el restaurante permitió un
habito hostil de trabajo al permitir que chistes y conversaciones sexuales y al
permitir que el manager general y el manager de la barra sujeten a varias
empleadas a ser tocadas sin consentimiento y a pedir favores sexuales.
Es conocimiento común que
la conducta sexual inapropiada ha sido tolerada históricamente en las cocinas y salas de comer de restaurantes. Un ambiente
social, largas noches, alcohol, y empleados trabajando juntos en espacios pequeños
crea un ambiente de trabajo ideal para acoso. Además, muchos restaurantes son
dirigidos por dueños y chefs, donde no hay un método adecuado para poner
quejas. Donde lo hay, trabajadores frecuentemente tienen medio a hacer reportes
a los gerentes por que no quieren perder su trabajó o ser sujetos a otras
formas de represalias, como recibir horas menos favorable.
Anthony Bourdain notó que la publicidad reciente sobre el problema de acoso presenta “el comienzo del fin de la institución de la cultura “Meathead” en la industria de restaurantes.” (Octubre 21, 2017). Esperemos que él tenga razón.